Bienvenid@ a este espacio de reflexión sobre la crianza de los hij@s.

sábado, 28 de noviembre de 2015

Mi niño es mágico

Habrá madres que al leer esto pensaran que sus hijos tambien lo son y los niños en general. Evidentemente cada niño tiene un aura, una magia especial que los acerca al cielo y a la tierra, que hacen que nos derrumbemos de amor a su lado y que los problemas sean solo pequeños obstáculos.
La infancia es lo que tiene, que te inunda el corazón de risa, de buen humor y de amor. Hace que te olvides de lo material y te centra en lo humano, en lo emocional. Por ello es bueno desconectar el chic de las tareas domésticas y reconectar con nuestro yo pequeñin para volver a disfrutar como niños con nuestros hijos, porque si volvemos la mirada atrás y rescatamos los recuerdos oxidados de la infancia y hacemos un esfuerzo para reconocer sensaciones, olores,... seguro que esos recuerdos son momentos mágicos con tu familia (padres, hermanos, tios o abuelos) jugando juntos, escuchando un cuento, aprendiendo o inventando algo. Yo aún si cierro los ojos soy capaz de recordar algunos de los maravillosos cuentos inventados de mi madre o verme jugando con mi prima a las casitas en el campo.
En fin, a lo que iba que mi hijo es un ser mágico que lo inunda todo con su alegria y arrolladora energia.
Él que regala abrazos a los niños en el parque, saluda por la calle a los desconocidos, se presenta a los patos del rio y siempre tiene una sonrisa en la cara. Mi hijo, mi pequeño de dos años que desborda energia a la par que ingenio, que inventa juegos nuevos,  que le encanta saltar y el cachondeo, que sube y baja y lo capta todo rápido, que canta y le encanta, con iniciativa y ganas de hacer, de aprender y ayudar, es mágico.
Es mágico y no hiperactivo, ni desobediente ni mal educado, ni travieso ni terremoto. Es mágico porque es él mismo, es natural y vivo, le encanta explorar, divertirse, lo prohibido y ser fiel a sus instintos. Es él mismo y lucha por seguir siendolo en una sociedad que no lo comprende o simplente no tiene ni tiempo ni ganas de niños mágicos. En su contra los niños buenos, tranquilos y/o sumisos reciben los aplausos y beneplácito de la sociedad. Son niños que no molestan ni cansan, niños que "permiten" tener una maternidad "relajada".  Pero estos niños también necesitan recuperar su magia y ser libres de vez en cuando.



martes, 30 de septiembre de 2014

Una mirada de humildad

Cuántas veces el estres me desarma la paciencia y todo aquello en lo que creo y predico hace mella. A veces mi Nicolás me exige en un tiempo ya, a veces el cansancio me puede, el tiempo no me llega para todo y otras veces la soledad y falta de apoyo pesan demasiado.

Y entonces aunque reconozco que estoy desbordada, mi pequeño está muy cansado o simplemente necesito socializar la energía flaquea y los nervios de mí se apoderan. Si simplemente las madres pudiéramos hacer un kit kat y desconectar por unos segundos de los llantos, exigencias o gritos de nuestra prole y recuperar fuerzas para más calmadas continuar con el día a día, eso sería sin duda una gran ayuda.
Yo que tengo la familia lejos recozno que uso los dibujitos como calmante  y respiro propio, más de lo que me gustaría.
Al igual que la vida no es de color de rosa, la crianza de un hijo a parte de ser una aventura apasionante, un acompañamiento amoroso y un aprender juntos no está encenta de cansancio y dificultades. Sin una tribu o familia que te apoye, que te de un respiro a ratos,que te contenga y de aliento, muchas veces se hace cuesta arriba el día a día.
Y en ocasiones, en esta ausencia exigimos al padre todo lo que nos falta, cuando en realidad él también está cansado y estresado.
Criar es un camino lento lleno de obstáculos, cambios y descubrimientos. No siempre sabemos cómo abordarlos y nos equivocamos. El error debe ser entendido como la oportunidad de conocernos. Reconocer que nos hemos equivocado equivale a ser consciente de que los recursos o métodos empleados no eran los adecuados o eran insuficientes. O bien darse cuenta que no sabemos como afrontar determinada situación. Este reconocimiento significa un aprendizaje aunque aprender no tiene porqué ser significar actuar en consecuencia con lo aprendido pero si ser consciente de ello.
Y a los cambios cuesta hacerse. Yo reconozco que desde que Nicolás ha empezado a andar es un no parar continuo, un cambio de rutinas y un estres en modo alerta 24 horas al día.
En fin, ser una madre que cree en una crianza emocional y respetuosa con las necesidades de mi hijo no significa que no esté cansada y estresada muchas veces.

martes, 2 de septiembre de 2014

Disfrutando a través de tus ojos












Para una madre la felicidad adquiere otra dimensión y lo que antes te producía placer ahora probablemente no esté tan a tu alcance porque los momentos de intimidad personal son realmente escasos y porque la felicidad y el placer se transforman.

Yo antes disfrutaba mucho leyendo un buen libro con un té como compañía, el silencio de fondo y la luz melancólica que ambientaba la habitación. Ahora con suerte saco tiempo para un té acompañado de conversaciones pendientes en el what,s up.

Antes disfrutaba de cenas, cine y en definitiva ocio al atardecer. Hoy a las 7 como tarde estamos regresando a casa.

Antes disfrutaba de acostarme tarde y despertarme sin prisas, a mi ritmo (los fines de semana). Ahora me despierta Nicolás por lo general de un osaso para que le de al botón de la melodía y juntos toquemos las palmas.

Antes podía ir a cualquier café o restaurante, reunirme con amigos y/o familia y entre cafés y tapas disfrutar de una buena conversación. Ahora a duras penas consigo tomarme la bebida caliente y no perderme en la conversación.

Sin embargo he aprendido a valorar el tiempo, mi tiempo, algo tan preciado. ¡Y pensar que antes lo dejaba perder gratuitamente!.  A valorar su tiempo, que corre tan rápido que cada día es un poco más mayor y más independiente.

Ahora disfruto mucho más intensamente de mis momentos pero sobretodo de los suyos, de sus risas, de sus logros, de lo que le emociona y le hace reír, de sus primeras veces, del descubrir el día a día, de lo que le gusta y le produce placer, de como disfruta con la compañía de otros/as niños/as, de esa mirada ilusionada y esa sonrisa de verdad.

Porque ya no me importa si leo historias ajenas, si mi ocio se reduce a tardes de parque, si los cafés son interrumpidos y las conversaciones inacabadas, si me acuesto con los lunnis y me levanto cuando sale el sol, porque ya mi vida es otra y mi felicidad se ha transformado.

Ahora disfruto de los momentos en familia,de los besos llenos de baba, de las cosquillas que le sacan una sonrisa, de los segundos a su lado, de los baños juntos,  de los columpios, la pelota, dormir acurrucados...porque mi felicidad es la suya, porque ahora disfruto a través de sus ojos.

Mi felicidad es estar los tres juntos. Una comida, unas risas, una tarde de parque, un caminar juntos, un paseo, un super abrazo, un baile, unos juegos, unos mimos, unas cosquillas,... en definitiva, poder compartir mi vida con mis dos amores.

Os quiero

miércoles, 20 de agosto de 2014

En mis brazos

Desde antes de nacer tenía claro que si algo jamás te iba a faltar, te iba a negar eran mis brazos. Quería abrazarte, sentirte en mi pecho, acariciarte, mirarte, besarte, darte mi calor y arroparte con mi cuerpo.
Quizás habría cosas que no te pudiera dar pero cariño y amor serían ilimitados.
Cuando por fin el sueño de tenerte se convirtió en realidad, tuve la certeza que llevarte en mis brazos era y es maravilloso.
Y entonces llegaron los comentarios ajenos, los "no lo cojas tanto que se va a mal acostumbrar", los" te vas a dañar la espalda", los "duermelo en el carro o en la cuna que tiene que aprender sólito
Y sí es cierto que mi espalda se resentía, que mi hijo crecía por días y pesaba cada vez más, que a veces resultaba agotador e incluso estresante por momentos, dormirle o cargarlo el día entero, pero sin duda era y es mayor la recompensa de su mirada, de su tranquilidad, de ver lo que refleja sus sueños a través de sus expresiones, de su calidez, de sus caricias. Me encanta saber que tiene la posibilidad de su teta a libre demanda, que se siente acompañado, arropado, cuidado y querido a cada momento.
Y aunque a veces he deseado poderlo dormir con menos esfuerzo, cada vez valoro y disfruto más estos momentos. Sé que el tiempo vuela y que llegará el día que ya no demande brazos, puede que llegue el día que incluso los rechace, cuando sea adulto será un abrazo de iguales y probablemente con los años sea yo la busque y necesite sus brazos. Por ello hoy bebo cada instante a mi vera como el mayor regalo y placer que nos podemos dar.
En mis momentos de búsqueda personal me encontré con otra forma de entender y enfocar la crianza de los hijos/as.  Esta maternidad desde el corazón, que se guía por el instinto, pro lactancia materna, que abraza, empatiza, escucha, portea y colecha con los más pequeños; me dio la seguridad para creer y confiar en mí misma y en el amor como bandera de nuestras vidas. De esta forma aprendí que los bebés necesitan más besos que comida, más brazos que juguetes, más compañía que soledad, que durante los nueve primeros meses de vida su hogar son los brazos de mamá porque aún no están totalmente desarrollados.
Acostumbrada a escuchar que los brazos malcrían y que llorar es bueno, cuando leí el símil de los bebes con las parejas supe que mi corazón estaba en lo cierto. Si el que llorara porque se siente sólo, triste, tiene miedo o simplemente te necesitara fuera tu pareja, madre o amiga, seguramente acudirías al instante para consolarla, abrazarle y mostrarle tu apoyo. ¿Porqué cuesta tanto darle amor, brazos y mimos a los hijos/as cuando nos necesitan? ¿Quizás es la sociedad la que nos vende ese cuento para que eludamos los llantos y poder así tener la mujer tiempo para el trabajo dentro y fuera del hogar? ¿ Qué supone responder con amor y respeto a las necesidades del bebé? Supone tiempo, dedicación, apoyo y sostén y eso significa ampliación de la baja maternal hasta el año de vida del niño/a, ayudas económicas por hijo/a, conciliación real de la vida familiar y profesional y una red de apoyo a las madres tanto a nivel profesional como familiar, por lo menos. Efectivamente que este cambio requiere una inversión económica que política y socialmente no interesa pero supone sobretodo un cambio de mentalidad hacia una crianza en la que los niños/as y sus derechos son los protagonistas.
Así que Nicolás, vida mía, aún nos quedan muchos mimos en mi regazo, muchos sueños acompañados hasta que a ti te apetezca.
" y un largo etcétera.

lunes, 11 de agosto de 2014

Mi pequeño tesoro cumple hoy un año

Hoy hace un año que nos vimos por primera vez, porque conocernos ya nos conocíamos poco a poco célula a célula, latido a latido.
Durante esos meses en los que crecías dentro de mí, yo soñaba con tu carita mientras tu te acomodabas como podías.
¡Cómo recuerdo tus movimientos nocturnos y mi barriga moviéndose como una ola! Ya intuía yo que ibas a ser un bebé activo, despierto, inquieto por descubrir y aprender el mundo.
La espera fue larga y por momentos difíciles. Los meses pasaban tan lentos mientras que el deseo de sentirte en mis brazos crecía por momentos. Al final no pudo ser de forma natural, perdiéndonos ambos parte del proceso. Te cogió papá a los pocos minutos de nacer y te puso sobre mi pecho. Recuerdo tu mirada, tus ojos abiertos, ese azul intenso, recuerdo la felicidad del momento. Los tres juntos por primera vez. Fue mágico y extraño a la vez.
A los veinte minutos, cuando la cirugía había terminado. Ya por fin pude reunirme contigo, tomarte en mis brazos, con tranquilidad e intimidad. Con papi a nuestro lado. Tú rápidamente seguiste tu instinto, buscaste y encontraste. Esa fue nuestra dulce, placentera y mágica primera vez.
Poco a poco nos fuimos conociendo, empezó entonces un mundo nuevo para ti, para mí.
Adaptarnos a nuestra nueva realidad no fue fácil. Tu llorabas, yo no siempre te entendía. Tu mamabas, yo apenas dormía.
Día a día, en mi regazo, pegado a mi pecho, mirándonos, sintiéndonos, conociéndonos, nos fuimos adaptando a nuestro nuevo universo. Tú como bebé que descubre el mundo, yo como mujer que se hace madre.
Y empecé a ver la realidad desde otros colores, a saborear los instantes, a disfrutar de tus aprendizajes, a escuchar a mi instinto, a enloquecer con tus risas, a amar infinitamente, a perderme en el paraíso de nuestra intimidad.
Tu primera sonrisa, tu primer baño, cuando empezaste a coordinar tus manos, el día que te descubriste los pies, cuando mirabas entusiasmado el móvil colgante, tus chapoteos en el agua inundando el cuarto de baño, la molestia en los dientes y tu necesidad de morder, brazos y más brazos, teta mucha teta, tus roscas y esa ropa que se quedaba pequeña cada semana, los baberos llenos de leche, tus primeros reyes y tu sin enterarte, cuando te conoció la familia, esos achuchones a lo español y esas palabras cariñosas bien dichas, tu enemistad con los calcetines y compañía, cuando te sentaste por primera vez sólo, tu primer vuelo, el disfraz de piconero, los baños con papi, tu primer mamá, la primera vez que comiste algo distinto de tu leche no se me olvidará esa cara de " ¿ah pero esto se come?" , tu primera papilla, la primera vez que fuiste a la playa y cómo ese papi orgulloso quería mostrarte la belleza de aquel lugar, tu necesidad de mí a cada instante, las mil fotos de cada día, ese primer columpio y mi enfado porque no se grabó el momento, tu primer gateo en casa de la abuela, tu afán por coger cualquier cosa que estuviera a tu alcance, tu obsesión por buscar pelusas que meterte en la boca, esas cosquillas en la cama cuando el estrés del día no te dejaba dormir, ese me despierto a las seis de la mañana y me bajo de la cama sólito buscando tu pelota, ese dedo apuntando todo, tu primera pregunta " baaba" (¿agua?), cuando empezaste a comer sólo y comida no triturada, esas tardes de parque con arena en la boca, ese me pongo de pie sin agarrarme que nos deja sin aliento a la espera de tus primeros pasos.
Todos estos momentos y muchos otros que guardo en mi corazón, en mi mente y hasta en mi alma, hacen de este año sin duda el mejor de mi vida. Un año intenso, emocional y espiritual, en el que el encuentro con mi hijo me ha hecho encontrarme conmigo misma.
Por todo ello, desde aquí te felicito, feliz cumpleaños mi niño, mi vida.
Gracias por tu sonrisa de cada día, por tu amor y alegría, por simplemente ser tú.

martes, 5 de agosto de 2014

Con la camara en mano

Con la cámara en mano llevo una semana pendiente de cuando Nicolás, que ya se queda de pie sólo, se sienta preparado para dar sus primeros pasos. Y es que esos momentos en los que aprenden una nueva habilidad o destreza nos vuelven locos a los padres y por supuesto hay que inmortalizarlo, bien para nosotros mismos, las abuelas que no se quieren perder nada y todo sea dicho para presumir como gallinas de nuestros pollitos.
Foto, video... ya mi hijo ni me mira cuando tengo el móvil en la mano modo grabación, ya se sabe el truco de : mira Nicolás, sonidos varios,... y todo aquello que los padres hacemos para captar su atención.
Y luego está la videoconferencia: en la que las mamis queremos que nuestros hijos enseñen todo lo que saben para deleite nuestro y de la familia. Y en mi caso, como a mi hijo le encanta que le digan cosas ( algo no común en la cultura en la que vivo) pues normalmente se muestra predispuesto a mandar sonrisas y/o besos online.
A menudo pienso que abuso del privilegio de hacerle fotos y videos así como compartirlos por internet aunque sea de forma privada. Esto es un debate interno conmigo misma. Privacidad y derecho de imagen versus verle crecer y sentirlo más cerca (familia y amigos). En este sentido no creo en el todo o nada, me gusta compartir con respeto algunos momentos, aunque a la abuela que está completamente enamorada de mi pequeño, le mande algo más.
A veces pienso qué pensará esa mente tan despierta de una madre que no para de hacerle fotos a cada momento.
Otras veces simplente disfruto de él, de nuestros momentos juntos, de las miradas cómplices y las risas a carcajada, de los juegos y los descubrimientos.
Porque en realidad da igual si hay imagen del momento, lo que importa es vivirlo intensamente, es dedicarle tiempo, darnos tiempo para estar con ellos/as, para jugar juntos y olvidarnos del resto.

viernes, 1 de agosto de 2014

Mi niño es muy bueno: duerme, come y calla

Desde que me preguntaron por primera vez si mi hijo era bueno, es decir, si comía , dormía "bien" y si lloraba mucho o mas bien callaba, mi respuesta siempre fué la misma, independientemente de lo que hiciera o no mi hijo,  un rotundo SI. ¿Cómo no va a ser bueno un bebé que no entiende de maldad, manipulación o chantaje emocional? ¿Cómo no va a ser bueno un hijo para una madre? ¿ Qué tendrá que ver el comer, dormir o llorar con la bondad?
El dormir, comer y llorar son necesidades básicas de un bebé.  Hay gente que entiende que la "bondad" del bebé depende de si estas necesidades se adecuan o no a las ideas, exigencias y energia de los padres o cuidadores.
Un bebé que duerme mucho especialmente por las noches, que se queda dormido fácilmente, que come lo que los padres/ pediatras consideran adecuados para su edad y crecimiento, que apenas llora y se queda tan a gusto en su cuna o hamaca, ese bebé que no molesta, que no altera en demasía la vida o rutina de sus padres, en definitiva, que no da quehacer, ese es un "bebé bueno" aunque yo diría que mas bien ese es un bebé idílico e irreal.
Los bebes nos necesitan 24 horas los 7 días de la semana. Es agotador y estresante para los padres responder siempre a sus demandas y necesidades porque somos humanos y tambien tenemos nuestras necesidades. El mundo sigue aunque para tu bebé tu seas su único mundo.
Un bebé sano física y emocionalmente querrá a sus padres consigo el mayor tiempo posible, querrá y necesitará a su madre, su calor, su cuerpo, su olor, querrá brazos, caricias, besos, sonrisas, nanas, comer y dormir a demanda. Y si no lo consigue llorará, estará inquieto y protestará.
La pregunta más bien debería ser. ¿Cómo se encuentra el bebé? ¿ Es un bebé feliz? ¿Como llevais el cambio de vida y el adaptarse a las necesidades del bebé?
El cambio de vida es tan grande que no estamos preparados para ello. Por eso considero que decidir ser padres es una gran responsabilidad porque hay que ser consciente que hay que darle a un hijo aquello que necesita para desarrollarse como persona y esto supone en muchas ocasiones que las necesidades de los padres pasan a un segundo lugar. Ese hijo/a se merece lo mejor y lo mejor es unos padres presentes, dispuestos a escucharle, cariñosos, empáticos y que sean capaces de disfrutar como niños de sus propios hijos/as.