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miércoles, 11 de junio de 2014

Plan C, los cólicos.

El bebé no para de llorar, ya hemos comprobado que no tiene hambre, que tiene el pañal limpio y lo hemos intentado dormir y no hay forma de que se calme. A este bebé le pasa algo. Desesperados/as vas al manual de instrucciones sobre los bebés, vease libro sobre el embarazo y entonces nos encontramos con la opción C, son los gases. Esos maravillosos gases que explican todos y cada uno de los llantos inquietos del bebé, sobretodo durante la noche. Y entonces empezamos a darle a nuestros hijos/as infusiones, pastillas, masajes abdominales,... y a veces funciona, a veces sólo unos días, a veces ni eso. Entonces aparece la palabra cólico del lactante y entonces nos armamos de paciencia esperando el día en que todo vuelva a la normalidad.
Y esa es la cuestión, que nunca más nada va a ser igual, que los despertares nocturnos son su forma de decir: mamá ¿Dónde estás?, mamá ,te necesito. Son su forma de gritar al mundo que un bebé no sólo necesita cuidados sino sobretodo cariño, mimos y brazos, que quiere a su mamá a su lado, por muy bonita que sea la cuna versus carro o hamaca.
Porque ellos saben lo que quieren y cómo calmarse. Otra historia es que estemos dispuestos a portearlos o auparlos todo el tiempo que ellos quieren, que nos desprendamos de las tareas domésticas prescindibles para dedicarles todo el tiempo posible, que le hablemos y expliquemos lo que está pasando en cada momento para que no se sientan perdidos, que nos detengamos a leer su rostro para aprender su lenguaje, que cambiemos el dormir plácidamente por el dormir acurrucados.
Aunque para conseguir esto, la madres necesitamos sostén, contención, ayuda en el hogar y muchos mimos, pero cuando este apoyo no existe es comprensible caer en la tentación de la hamaca-columpio que canta y deja al niño en estado de nirvana.
 

1 comentario:

Gracias por compartir,
Manuela