Bienvenid@ a este espacio de reflexión sobre la crianza de los hij@s.

martes, 30 de septiembre de 2014

Una mirada de humildad

Cuántas veces el estres me desarma la paciencia y todo aquello en lo que creo y predico hace mella. A veces mi Nicolás me exige en un tiempo ya, a veces el cansancio me puede, el tiempo no me llega para todo y otras veces la soledad y falta de apoyo pesan demasiado.

Y entonces aunque reconozco que estoy desbordada, mi pequeño está muy cansado o simplemente necesito socializar la energía flaquea y los nervios de mí se apoderan. Si simplemente las madres pudiéramos hacer un kit kat y desconectar por unos segundos de los llantos, exigencias o gritos de nuestra prole y recuperar fuerzas para más calmadas continuar con el día a día, eso sería sin duda una gran ayuda.
Yo que tengo la familia lejos recozno que uso los dibujitos como calmante  y respiro propio, más de lo que me gustaría.
Al igual que la vida no es de color de rosa, la crianza de un hijo a parte de ser una aventura apasionante, un acompañamiento amoroso y un aprender juntos no está encenta de cansancio y dificultades. Sin una tribu o familia que te apoye, que te de un respiro a ratos,que te contenga y de aliento, muchas veces se hace cuesta arriba el día a día.
Y en ocasiones, en esta ausencia exigimos al padre todo lo que nos falta, cuando en realidad él también está cansado y estresado.
Criar es un camino lento lleno de obstáculos, cambios y descubrimientos. No siempre sabemos cómo abordarlos y nos equivocamos. El error debe ser entendido como la oportunidad de conocernos. Reconocer que nos hemos equivocado equivale a ser consciente de que los recursos o métodos empleados no eran los adecuados o eran insuficientes. O bien darse cuenta que no sabemos como afrontar determinada situación. Este reconocimiento significa un aprendizaje aunque aprender no tiene porqué ser significar actuar en consecuencia con lo aprendido pero si ser consciente de ello.
Y a los cambios cuesta hacerse. Yo reconozco que desde que Nicolás ha empezado a andar es un no parar continuo, un cambio de rutinas y un estres en modo alerta 24 horas al día.
En fin, ser una madre que cree en una crianza emocional y respetuosa con las necesidades de mi hijo no significa que no esté cansada y estresada muchas veces.

martes, 2 de septiembre de 2014

Disfrutando a través de tus ojos












Para una madre la felicidad adquiere otra dimensión y lo que antes te producía placer ahora probablemente no esté tan a tu alcance porque los momentos de intimidad personal son realmente escasos y porque la felicidad y el placer se transforman.

Yo antes disfrutaba mucho leyendo un buen libro con un té como compañía, el silencio de fondo y la luz melancólica que ambientaba la habitación. Ahora con suerte saco tiempo para un té acompañado de conversaciones pendientes en el what,s up.

Antes disfrutaba de cenas, cine y en definitiva ocio al atardecer. Hoy a las 7 como tarde estamos regresando a casa.

Antes disfrutaba de acostarme tarde y despertarme sin prisas, a mi ritmo (los fines de semana). Ahora me despierta Nicolás por lo general de un osaso para que le de al botón de la melodía y juntos toquemos las palmas.

Antes podía ir a cualquier café o restaurante, reunirme con amigos y/o familia y entre cafés y tapas disfrutar de una buena conversación. Ahora a duras penas consigo tomarme la bebida caliente y no perderme en la conversación.

Sin embargo he aprendido a valorar el tiempo, mi tiempo, algo tan preciado. ¡Y pensar que antes lo dejaba perder gratuitamente!.  A valorar su tiempo, que corre tan rápido que cada día es un poco más mayor y más independiente.

Ahora disfruto mucho más intensamente de mis momentos pero sobretodo de los suyos, de sus risas, de sus logros, de lo que le emociona y le hace reír, de sus primeras veces, del descubrir el día a día, de lo que le gusta y le produce placer, de como disfruta con la compañía de otros/as niños/as, de esa mirada ilusionada y esa sonrisa de verdad.

Porque ya no me importa si leo historias ajenas, si mi ocio se reduce a tardes de parque, si los cafés son interrumpidos y las conversaciones inacabadas, si me acuesto con los lunnis y me levanto cuando sale el sol, porque ya mi vida es otra y mi felicidad se ha transformado.

Ahora disfruto de los momentos en familia,de los besos llenos de baba, de las cosquillas que le sacan una sonrisa, de los segundos a su lado, de los baños juntos,  de los columpios, la pelota, dormir acurrucados...porque mi felicidad es la suya, porque ahora disfruto a través de sus ojos.

Mi felicidad es estar los tres juntos. Una comida, unas risas, una tarde de parque, un caminar juntos, un paseo, un super abrazo, un baile, unos juegos, unos mimos, unas cosquillas,... en definitiva, poder compartir mi vida con mis dos amores.

Os quiero

miércoles, 20 de agosto de 2014

En mis brazos

Desde antes de nacer tenía claro que si algo jamás te iba a faltar, te iba a negar eran mis brazos. Quería abrazarte, sentirte en mi pecho, acariciarte, mirarte, besarte, darte mi calor y arroparte con mi cuerpo.
Quizás habría cosas que no te pudiera dar pero cariño y amor serían ilimitados.
Cuando por fin el sueño de tenerte se convirtió en realidad, tuve la certeza que llevarte en mis brazos era y es maravilloso.
Y entonces llegaron los comentarios ajenos, los "no lo cojas tanto que se va a mal acostumbrar", los" te vas a dañar la espalda", los "duermelo en el carro o en la cuna que tiene que aprender sólito
Y sí es cierto que mi espalda se resentía, que mi hijo crecía por días y pesaba cada vez más, que a veces resultaba agotador e incluso estresante por momentos, dormirle o cargarlo el día entero, pero sin duda era y es mayor la recompensa de su mirada, de su tranquilidad, de ver lo que refleja sus sueños a través de sus expresiones, de su calidez, de sus caricias. Me encanta saber que tiene la posibilidad de su teta a libre demanda, que se siente acompañado, arropado, cuidado y querido a cada momento.
Y aunque a veces he deseado poderlo dormir con menos esfuerzo, cada vez valoro y disfruto más estos momentos. Sé que el tiempo vuela y que llegará el día que ya no demande brazos, puede que llegue el día que incluso los rechace, cuando sea adulto será un abrazo de iguales y probablemente con los años sea yo la busque y necesite sus brazos. Por ello hoy bebo cada instante a mi vera como el mayor regalo y placer que nos podemos dar.
En mis momentos de búsqueda personal me encontré con otra forma de entender y enfocar la crianza de los hijos/as.  Esta maternidad desde el corazón, que se guía por el instinto, pro lactancia materna, que abraza, empatiza, escucha, portea y colecha con los más pequeños; me dio la seguridad para creer y confiar en mí misma y en el amor como bandera de nuestras vidas. De esta forma aprendí que los bebés necesitan más besos que comida, más brazos que juguetes, más compañía que soledad, que durante los nueve primeros meses de vida su hogar son los brazos de mamá porque aún no están totalmente desarrollados.
Acostumbrada a escuchar que los brazos malcrían y que llorar es bueno, cuando leí el símil de los bebes con las parejas supe que mi corazón estaba en lo cierto. Si el que llorara porque se siente sólo, triste, tiene miedo o simplemente te necesitara fuera tu pareja, madre o amiga, seguramente acudirías al instante para consolarla, abrazarle y mostrarle tu apoyo. ¿Porqué cuesta tanto darle amor, brazos y mimos a los hijos/as cuando nos necesitan? ¿Quizás es la sociedad la que nos vende ese cuento para que eludamos los llantos y poder así tener la mujer tiempo para el trabajo dentro y fuera del hogar? ¿ Qué supone responder con amor y respeto a las necesidades del bebé? Supone tiempo, dedicación, apoyo y sostén y eso significa ampliación de la baja maternal hasta el año de vida del niño/a, ayudas económicas por hijo/a, conciliación real de la vida familiar y profesional y una red de apoyo a las madres tanto a nivel profesional como familiar, por lo menos. Efectivamente que este cambio requiere una inversión económica que política y socialmente no interesa pero supone sobretodo un cambio de mentalidad hacia una crianza en la que los niños/as y sus derechos son los protagonistas.
Así que Nicolás, vida mía, aún nos quedan muchos mimos en mi regazo, muchos sueños acompañados hasta que a ti te apetezca.
" y un largo etcétera.

lunes, 11 de agosto de 2014

Mi pequeño tesoro cumple hoy un año

Hoy hace un año que nos vimos por primera vez, porque conocernos ya nos conocíamos poco a poco célula a célula, latido a latido.
Durante esos meses en los que crecías dentro de mí, yo soñaba con tu carita mientras tu te acomodabas como podías.
¡Cómo recuerdo tus movimientos nocturnos y mi barriga moviéndose como una ola! Ya intuía yo que ibas a ser un bebé activo, despierto, inquieto por descubrir y aprender el mundo.
La espera fue larga y por momentos difíciles. Los meses pasaban tan lentos mientras que el deseo de sentirte en mis brazos crecía por momentos. Al final no pudo ser de forma natural, perdiéndonos ambos parte del proceso. Te cogió papá a los pocos minutos de nacer y te puso sobre mi pecho. Recuerdo tu mirada, tus ojos abiertos, ese azul intenso, recuerdo la felicidad del momento. Los tres juntos por primera vez. Fue mágico y extraño a la vez.
A los veinte minutos, cuando la cirugía había terminado. Ya por fin pude reunirme contigo, tomarte en mis brazos, con tranquilidad e intimidad. Con papi a nuestro lado. Tú rápidamente seguiste tu instinto, buscaste y encontraste. Esa fue nuestra dulce, placentera y mágica primera vez.
Poco a poco nos fuimos conociendo, empezó entonces un mundo nuevo para ti, para mí.
Adaptarnos a nuestra nueva realidad no fue fácil. Tu llorabas, yo no siempre te entendía. Tu mamabas, yo apenas dormía.
Día a día, en mi regazo, pegado a mi pecho, mirándonos, sintiéndonos, conociéndonos, nos fuimos adaptando a nuestro nuevo universo. Tú como bebé que descubre el mundo, yo como mujer que se hace madre.
Y empecé a ver la realidad desde otros colores, a saborear los instantes, a disfrutar de tus aprendizajes, a escuchar a mi instinto, a enloquecer con tus risas, a amar infinitamente, a perderme en el paraíso de nuestra intimidad.
Tu primera sonrisa, tu primer baño, cuando empezaste a coordinar tus manos, el día que te descubriste los pies, cuando mirabas entusiasmado el móvil colgante, tus chapoteos en el agua inundando el cuarto de baño, la molestia en los dientes y tu necesidad de morder, brazos y más brazos, teta mucha teta, tus roscas y esa ropa que se quedaba pequeña cada semana, los baberos llenos de leche, tus primeros reyes y tu sin enterarte, cuando te conoció la familia, esos achuchones a lo español y esas palabras cariñosas bien dichas, tu enemistad con los calcetines y compañía, cuando te sentaste por primera vez sólo, tu primer vuelo, el disfraz de piconero, los baños con papi, tu primer mamá, la primera vez que comiste algo distinto de tu leche no se me olvidará esa cara de " ¿ah pero esto se come?" , tu primera papilla, la primera vez que fuiste a la playa y cómo ese papi orgulloso quería mostrarte la belleza de aquel lugar, tu necesidad de mí a cada instante, las mil fotos de cada día, ese primer columpio y mi enfado porque no se grabó el momento, tu primer gateo en casa de la abuela, tu afán por coger cualquier cosa que estuviera a tu alcance, tu obsesión por buscar pelusas que meterte en la boca, esas cosquillas en la cama cuando el estrés del día no te dejaba dormir, ese me despierto a las seis de la mañana y me bajo de la cama sólito buscando tu pelota, ese dedo apuntando todo, tu primera pregunta " baaba" (¿agua?), cuando empezaste a comer sólo y comida no triturada, esas tardes de parque con arena en la boca, ese me pongo de pie sin agarrarme que nos deja sin aliento a la espera de tus primeros pasos.
Todos estos momentos y muchos otros que guardo en mi corazón, en mi mente y hasta en mi alma, hacen de este año sin duda el mejor de mi vida. Un año intenso, emocional y espiritual, en el que el encuentro con mi hijo me ha hecho encontrarme conmigo misma.
Por todo ello, desde aquí te felicito, feliz cumpleaños mi niño, mi vida.
Gracias por tu sonrisa de cada día, por tu amor y alegría, por simplemente ser tú.

martes, 5 de agosto de 2014

Con la camara en mano

Con la cámara en mano llevo una semana pendiente de cuando Nicolás, que ya se queda de pie sólo, se sienta preparado para dar sus primeros pasos. Y es que esos momentos en los que aprenden una nueva habilidad o destreza nos vuelven locos a los padres y por supuesto hay que inmortalizarlo, bien para nosotros mismos, las abuelas que no se quieren perder nada y todo sea dicho para presumir como gallinas de nuestros pollitos.
Foto, video... ya mi hijo ni me mira cuando tengo el móvil en la mano modo grabación, ya se sabe el truco de : mira Nicolás, sonidos varios,... y todo aquello que los padres hacemos para captar su atención.
Y luego está la videoconferencia: en la que las mamis queremos que nuestros hijos enseñen todo lo que saben para deleite nuestro y de la familia. Y en mi caso, como a mi hijo le encanta que le digan cosas ( algo no común en la cultura en la que vivo) pues normalmente se muestra predispuesto a mandar sonrisas y/o besos online.
A menudo pienso que abuso del privilegio de hacerle fotos y videos así como compartirlos por internet aunque sea de forma privada. Esto es un debate interno conmigo misma. Privacidad y derecho de imagen versus verle crecer y sentirlo más cerca (familia y amigos). En este sentido no creo en el todo o nada, me gusta compartir con respeto algunos momentos, aunque a la abuela que está completamente enamorada de mi pequeño, le mande algo más.
A veces pienso qué pensará esa mente tan despierta de una madre que no para de hacerle fotos a cada momento.
Otras veces simplente disfruto de él, de nuestros momentos juntos, de las miradas cómplices y las risas a carcajada, de los juegos y los descubrimientos.
Porque en realidad da igual si hay imagen del momento, lo que importa es vivirlo intensamente, es dedicarle tiempo, darnos tiempo para estar con ellos/as, para jugar juntos y olvidarnos del resto.

viernes, 1 de agosto de 2014

Mi niño es muy bueno: duerme, come y calla

Desde que me preguntaron por primera vez si mi hijo era bueno, es decir, si comía , dormía "bien" y si lloraba mucho o mas bien callaba, mi respuesta siempre fué la misma, independientemente de lo que hiciera o no mi hijo,  un rotundo SI. ¿Cómo no va a ser bueno un bebé que no entiende de maldad, manipulación o chantaje emocional? ¿Cómo no va a ser bueno un hijo para una madre? ¿ Qué tendrá que ver el comer, dormir o llorar con la bondad?
El dormir, comer y llorar son necesidades básicas de un bebé.  Hay gente que entiende que la "bondad" del bebé depende de si estas necesidades se adecuan o no a las ideas, exigencias y energia de los padres o cuidadores.
Un bebé que duerme mucho especialmente por las noches, que se queda dormido fácilmente, que come lo que los padres/ pediatras consideran adecuados para su edad y crecimiento, que apenas llora y se queda tan a gusto en su cuna o hamaca, ese bebé que no molesta, que no altera en demasía la vida o rutina de sus padres, en definitiva, que no da quehacer, ese es un "bebé bueno" aunque yo diría que mas bien ese es un bebé idílico e irreal.
Los bebes nos necesitan 24 horas los 7 días de la semana. Es agotador y estresante para los padres responder siempre a sus demandas y necesidades porque somos humanos y tambien tenemos nuestras necesidades. El mundo sigue aunque para tu bebé tu seas su único mundo.
Un bebé sano física y emocionalmente querrá a sus padres consigo el mayor tiempo posible, querrá y necesitará a su madre, su calor, su cuerpo, su olor, querrá brazos, caricias, besos, sonrisas, nanas, comer y dormir a demanda. Y si no lo consigue llorará, estará inquieto y protestará.
La pregunta más bien debería ser. ¿Cómo se encuentra el bebé? ¿ Es un bebé feliz? ¿Como llevais el cambio de vida y el adaptarse a las necesidades del bebé?
El cambio de vida es tan grande que no estamos preparados para ello. Por eso considero que decidir ser padres es una gran responsabilidad porque hay que ser consciente que hay que darle a un hijo aquello que necesita para desarrollarse como persona y esto supone en muchas ocasiones que las necesidades de los padres pasan a un segundo lugar. Ese hijo/a se merece lo mejor y lo mejor es unos padres presentes, dispuestos a escucharle, cariñosos, empáticos y que sean capaces de disfrutar como niños de sus propios hijos/as.

martes, 22 de julio de 2014

Entre culturas

Hay actitudes, valores y comportamiento que tenemos tan asumidos como nuestros que salen solos. Y sólo cuando te descubres a través de otra cultura, los reconoces.
Muchas veces no somos conscientes de cuales son una elección personal y cuales puramente cultural. Y lamentablemente, en demasiadas ocasiones alabamos lo ajeno y sentenciamos lo nuestro.
En el campo de la crianza y educación las diferencias culturales se observan muy claramente.
Cuando llegué a Alemania y empezó mi etapa de educadora infantil, todo lo que observaba me producía admiración:  el respeto por lo ajeno, el comunicarse en un tono de voz bajo e incluso los silencios, su amor por la naturaleza y lo bio así como las opciones de diversión infantil que buscan la libertad de movimientos del niño/a. Y eso me llevó a como "buena" española a criticar nuestros valores en cuanto a educación se refiere ( no me refiero al sistema educativo que eso da para otro artículo sino a lo cultural, lo social).
Con el paso del tiempo y la añoranza comprendí que estaba equivocada. Que aunque bien es cierto que hay valores muy positivos y sobretodo muchas más alternativas naturales, hay cosas que pesan mucho más y que gracias a ello somos lo que somos.
Y eso es el amor, el cariño, la alegría, la solidaridad, el contacto corporal, la expresividad. Probablemente gritemos demasiado, no sepamos respetar el turno de palabra, critiquemos a nuestros amigos y no cuidemos de lo público pero estamos ahí a la hora de la verdad, sabemos sonreirle a la vida y expresar nuestras emociones, sabemos reirnos y abrazar. Y eso sencillamente al menos yo, lo valoro mucho más.

viernes, 11 de julio de 2014

Había una tribu

Había una tribu en la que las mujeres no estaban solas, no se sentían solas y no criaban solas. En esa tribu las mujeres aprendían desde chicas a escuchar a su corazón, a dejarse llevar por su instinto, a amar a la naturaleza y sentirse parte de ella, aprendían a tejer lazos de solidaridad y apoyo entre ellas mismas.
Allí donde vivían, no se criticaba el ser madre, más bien se admiraba y se agradecía.
Las mujeres de aquella tribu confiaban en sus cuerpos y sus capacidades. Menstruación, sexualidad, embarazo, parto, lactancia, crianza y menopausia eran considerados estadios de la naturaleza femenina cargados de poder.
En la tribu se daba la posibilidad de encontrarse con una misma, la feminidad era considerada un don y no un castigo.
Los hombres de la tribu honraban a sus mujeres, madres, hijas y hermanas, reconocían el infinito poder de ser mujer.
En ese lugar los bebes nunca estaban solos, nunca se sentían solos. Los niños reían, lloraban, jugaban, mamaban, comían, exploraban en contacto con la naturaleza y en libertad.
¡ Qué bonito sería si esa tribu existiera de verdad! Pero que distinto sería si simplemente se valorase la maternidad, se recociese el lugar de la mujer más allá del modelo patriarcal y se apoyara emocional,social y económicamente la crianza de los/as hijos/as.
La sociedad en la que vivimos dista mucho de favorecer o mejorar la maternidad pero y ¿ Un cambio en ti mujer? Dejemos de lazar miradas, críticas y consejos no solicitados a nuestra hermana, amiga o vecina. Brindemos apoyo, contención y escucha. Favorezcamos el instinto de maternar y la lactancia. Creemos
un mundo mejor para nuestros hijos/as.

martes, 8 de julio de 2014

Me encanta cuando mamas

Me encanta cuando mamas
y luchas con mi teta, tu teta,
para que te sacie, para que te calme.

Me encanta cuando mamas
y me miras fijamente,
como queriendo conectar con mi alma.

Me encanta cuando mamas
y puedo acariciarte, tocarte, sentirte,
acurrucado en mi pecho, junto a mi corazón.

Me encanta cuando mamas
y tus ojos van rindiéndose 
a la tranquilidad de un sueño reparador.

Me encanta cuando mamas
y juegas con tu mano a tocarme, a sentirme, a acariciarme.

Me encanta cuando mamas
y siento el placer desde mis entrañas.

Me encanta cuando mamas 
y veo que disfrutas de tu leche, de tu calor, de tu madre, de este amor.

Me encanta cuando mamas
y calmo tus miedos y tus lágrimas.

Me encanta cuando mamas
y acallamos miradas, críticas, palabras,
porque a nadie más le importa,
cómo nos amemos tu y yo.

Me encanta cuando mamas 
y el universo se para a nuestro alrededor,
para ser uno en vez de dos.

viernes, 27 de junio de 2014

Mamaaaaa

Siempre soñé con escuchar esa palabra tan dulce, tan tierna, tan bonita.
Durante el embarazo me surgió la curiosidad de saber porqué en diferentes idiomas de origen distinto la palabra mamá o papá era similar, cambiaba un poco la entonación o alguna letra pero en definitiva el sonido era común. Según leí la semejanza surge de que los padres tendemos a identificar esos sonidos como su forma de llamarnos.
Cuando mi hijo dijo "ma ma" por primera vez me hizo mucha ilusión, pero siendo sincera mi idea de la palabra mamá ha cambiado muchisimo desde entonces. Ya no responde a una fantasía romántica sino a una realidad.
Por un lado descubro como mi pequeño utiliza el sonido "ma", "maaa", "maaaa" o "mama" para casi todo y a mí me lleva años hacerme entender en un idioma que no es el mio. En fín que eso me hace pensar que en realidad el sonido "ma ma" es más bien un "te necesito", un "no quiero jugar sólo", un "quiero brazos", un "quiero teta", un " tengo hambre", un "quiero y no puedo", un " necesito contencción y consuelo", un " tengo sueño" y cada una de las demandas y necesidades que pueda tener.
Por otro lado, me replanteo que signicado tiene en sí la palabra mamá. Y vienen a mí frases del tipo: mamá necesito..., mamá quiero..., mamá ¿ Dónde está ...?, y muchas otras de carácter similar, es decir, tendemos a usar la palabra mamá para pedir o incluso exigir; pero ¿Cuántas veces la decimos para dar?, ¿Cuántas veces le preguntamos cómo está, qué necesita o si simplemente podemos hacer algo por ellas?
Ser madre es tremendamente cansado y estresante por momentos.
Ser madre es un trabajo de 24 horas los 365 dias del año, sin vacaciones, sin remuneración.
Es dejar un poco de lado tus necesidades ( sociales, culturales o incluso familiares y  tu tiempo ) por las suyas, porque ellos te necesitan.
Es un extra de trabajo doméstico (lidiar con las manchas, ordenar sus juguetes,..).
Pero ser madre es sobretodo vivir, sentir, reir, llorar, jugar, aprender, soñar, admirar, observar, inventar, crear, descubrir, imaginar, ... y especialmente AMAR.
Ser madre también es un proceso personal en el que te descubres, te  transformas, aprendes, te equivocas, ríes, lloras, te llenas de energía y a la vez te sientes agotada, te surgen mil dudas y te replanteas todo, porque tu vida ya no es la misma pero no la cambiarías por nada.

miércoles, 25 de junio de 2014

Esto es mio

Los bebés quieren experimentar todo el día y para ello necesitan tocar, coger y meterse en la boca TODO aquello que vean y en especial los objetos que tenemos los padres o aquellos que suponen un interés particular ya sea por lo novedoso o por "lo prohibido".
Sabiendo esto y llegado el momento en el que el bebé empieza a ser más independiente con sus movimientos los padres nos debatimos en la tesitura de o bien estar diciendo NO continuamente  cada intento del pequeño por conseguir su objetivo deseado ( siempre que consideremos ese objeto no adecuado para él ) o reordenar el hogar familiar de forma tal que no haya objetos "no adecuados" a su alcance.
En ambos casos intentamos proteger al bebé o niño/a de posibles riesgos así como proteger el objeto en cuestión.
Y toda esta dinámica que tan aprendida e interiorizada tenía se ha desmoronado cuando llegó mi hijo y me ofreció sus juguetes para que los mordiera yo también, con su sonrisa alegre, para que jugásemos juntos, para que disfrutáramos los dos.
Y es entonces cuando me planteo, qué le estoy enseñando a mi hijo cuando no comparto mis cosas con él, cuando le doy más valor a un objeto que a su afán de descubrimiento y a su felicidad.
Hoy sin ir mas lejos, cansada de que cogiera el teléfono fijo y acabara tirándolo, lo puse en una mesa a cuya altura no llegaba y entonces vi su cara decepción, ya no podía cogerlo. Ni que decir que lo volví a colocar en su lugar anterior. Porque un objeto no puede ser más importante que la felicidad de mi hijo, aunque sólo sea un instante de felicidad.
Aunque evidentemente esto no significa que todo valga por no frustrarlo, sólo que me cuestiono lo verdaderamente importante.
En este sentido, me sucede lo mismo con la comida. Él me ofrece todo y yo estoy aprendiendo a pensar más allá de mi ego gracias a él. Cierto es que hay comidas que bien por lo dulce o condimentada aún no es adecuada para él, aunque eso no lo entienda. Lo que si ve es que yo la como y él quiere también así que en poca cantidad pero le doy.
Por otro lado si pienso en estas ideas asociadas a la infancia de "hay que  a compartir" y "los niños son esponjas, aprenden por imitación" sólo se me ocurre una contracción en el mensaje. Ya que por un lado queremos que nuestros hijos compartan y por otro nosotros no lo hacemos. Si aprenden por imitación y queremos que nuestros hijos compartan, tendríamos que ser nosotros los primeros que compartamos en nuestra vida y en especial con nuestros hijos/as. Lo que carece de sentido es que tengamos un no por bandera y que cuando vayamos con nuestros hijos/as al parque le digamos que tienen que compartir sus juguetes con los otros niños/as. 

martes, 24 de junio de 2014

Todo sería más fácil si hablaran

¿Cuántas veces le habré mirado a sus dulces ojos y preguntado : Mi amor,  ¿Qué te pasa? Mamá no sabe porqué estás tan inquieto. Ay ojalá hablaras y pudiera entenderte.
Antes de ser madre pensaba que un bebé sólo podía comunicarse a través del llanto pero la verdad es que con mi hijo he aprendido que los bebés disponen de una gama bastante grande de signos con los que expresarse. Lo dificil está en saber descifrar ese lenguaje no verbal tan desconocido para nosotros.
La clave para entenderlos un poco mejor está, desde mi punto de vista, en el contacto contínuo, la observación y la empatía.
Cuando las necesidades básicas están satisfechas y el bebé sigue inquieto habría que preguntarse si las necesidades emocionales del bebé lo están, si demanda más brazos, presencia, permanencia o mimos.
¿Qué facil sería si hablaran, verdad? Aunque pensándolo bien, muchas veces no sabemos que les pasa a niños/as más mayores que ya saben hablar y si profundizamos más, a veces no nos entendemos ni los adultos.
¿ Será entonces un problema del lenguaje? O ¿Será más bien un problema de comunicación? A veces prestamos más atención a un signo y tratamos de dar respuesta a esa demanda pero el bebé o niño sigue inquieto. Entonces habría que preguntarse si el bebé necesita algo más cuya señal no hemos captado. Situaciones como el bebé está muy cansado pero se pone muy tenso si se intenta dormir podría implicar que tuviera ganas de hacer caca y quedarse limpio o podría ser que estuviera demasiado estresado por la cantidad de estímulos que ha recibido por el día y no pudiera relajarse. O tiene hambre, le alimentamos pero sigue inquieto, quizás no sólo quiera leche, papillas o agua, quizás lo que necesite sea brazos, mimos, atención y disponibilidad. Ayer precisamente me pasó que mi hijo no había comido mucho y estaba como decimos nosotros "como una moto". No quería ni trona ni suelo, así que lo senté en mis piernas y se puso a comer su comida. Estaba tranquilo y comía con gusto. Me dí cuenta que él simplemente demandaba atención y cariño.
Y si hablaran, ¿ Qué nos dirian?, si pudieran explicar cómo se sienten, ¿Qué expresarían? Tal vez, si dejaramos de lado nuestra visión de adulto por un instante podríamos conectar mejor con ellos  y por consiguiente, entenderlos mejor

martes, 17 de junio de 2014

El sueño del bebé, un desafío para los padres

Dormir o no dormir, esa es la cuestión

Lo que todo el mundo sí te dice cuando estás embarazada es que aproveches ahora y DUERMAS. Y tienen razón, porque luego no podrás dormir toda la noche del tirón, no dormirás igual de relajada, puede que incluso tengas menos espacio en la cama y ya no necesitarás un despertador, pero resulta imposible acumular descanso antes para aprovecharlo después.
Los bebés aunque haya gente que no lo crea, saben dormir solos, nadie los pueden enseñar, otra cosa es que estén tranquilos, relajados y se sientan seguros y protegidos para poder rendirse al sueño.
A veces el problema del sueño del bebé parte de la apreciación del sueño de los padres, no de un problema real de sueño.Quizás se trata más bien de un problema de compatibilidad horaria, de aceptar que las necesidades de sueño del bebé son distintas a la de un adulto y que ellos dependen de ti. 
Hay niños que duermen bastantes horas seguidas en la noche, otros que tienen muchos despertares, otros que hacen microsiestas por el día y otros que son amantes de siestas más prolongadas. Hay niños que son capaces de relajarse más fácilmente y otros que no, pero sin duda todos necesitan muchos mimos, brazos y contención para desestresarse de todos los estímulos diarios.
Es obvio, que es un tema que trae loco a más de un padre o madre, a mí la primera y es que el descanso es salud tanto física como psíquica y emocional.
Cuántas veces me habrán dicho que le deje dormir en el carro o sólo en su cuna, que lo acostumbre a dormir a un horario más "normalizado", que hay que adaptarlos a dormir en la calle, que no lo duerma en brazos porque se acostumbra, que no lo acune o lo cargue en el portabebés que me voy a lastimar la espalda. Y me pregunto, ¿Porqué?¿ Porqué no se puede ser madre y simplemente hacer las cosas como te dicte tu corazón, escuchando sólo la voz de tu instinto y respetando sus ritmos, sus procesos?
¿Porqué es el bebé el que siempre debe adaptarse a nuestro ritmo? ¿ Acaso serías capaz de dormirte en un bar lleno de gente, con ruidos y luces? 
Diez maravillosos meses que vivo compartiendo cada segundo junto a mi hijo y sigue siendo el sueño para mí todo un desafío diario. 
Su ritmo biológico es levantarse sobre 6 de la mañana y acostarse sobre las 7 la tarde, aproximadamente ( lactando a demanda y colechando). Por el día hace unas tres siestas de una  media hora y reconozco que muchas veces me resulta estresante y agotador porque le cuesta muchísimo relajarse y siento que por día más. Sus músculos se tensan y por más cansado que esté lucha por mantenerse despierto y ya ni la santa teta funciona. De casa no salgo sin el portabebés porque cuando estoy en la calle y tiene sueño, es su única forma de dormirse.Y claro que resulta cansado, que me duele la espalda, que es estresante a veces, pero también es precioso sentirlo en mis brazos acurrucado,  mamando, durmiéndose.
Su ritmo ha hecho que altere el mío en cuanto a salidas se trata y aunque en ocasiones me hubiera gustado participar de algún café con amigas o simplemente volver a casa cuando me apeteciera, sé que él me necesita y que necesita tranquilidad para poder serenarse. Aun así, y con motivo de unas vacaciones, intentamos adaptar un poco su horario para poder disfrutar de las vacaciones con la familia. Y sinceramente creo que fue un error, ya que estaba más cansado que de costumbre y ahora vuelta a la normalidad él sólito ha ido cambiando su ritmo.
Y es que el sueño es un placer o eso debería ser, pero ¿Cómo hacer los padres para no estresarnos cuando estamos agotados, cuando en vez de apoyo tenemos una hamaca vibradora,cuando en vez de una tribu tenemos sólo a una pareja, cuando a veces simplemente estamos perdidos y no sabemos que les pasa?
Porque esa es la realidad, criar a hijo requiere atención, tiempo en exclusiva, mucha energía, dosis de humor, imaginación, mucha paciencia, apoyo e información. Y todo eso mientras la vida sigue y el ritmo no para, las tareas domesticas se duplican y el tiempo se reduce. 
Así que el dormir se convierte a veces, en un desafió, en una lucha de titanes porque los padres también necesitan descanso y momentos de tranquilidad.
Sin embargo, cuando le miras a los ojos y le ves sonreír todo el cansancio acumulado desaparece y sientes que cada segundo a su lado es un regalo.
Y es que a veces se nos olvida empatizar, darnos cuenta que nos necesitan porque nosotros/as somos su seguridad, su amor, porque no saben relajarse solos.





jueves, 12 de junio de 2014

La palabra cuidado y los miedos inculcados

Cuando tenemos un bebé queremos protegerlo de todo posible peligro y sin darnos cuenta el bebé va creciendo, va explorando el medio que le rodea, al principio de forma más visual, luego más activa (con la boca, las manos, el gateo,...) y es entonces cuando aperecen nuestros miedos e incoscientemente la palabra cuidado surge a cada instante, haciendo que el niño/a se detenga antes de dar el siguiente paso. Puede que siga a delante con su objetivo, a pesar de todo o puede que no, que se detenga y cambie de dirección. Pero en ambos casos la palabra cuidado permanece como una señal de alerta que se graba en la mente.
Es obvio que hay que proteger a nuestros/as hijos/as. El problema surge cuando no analizamos si el riesgo es real o infundado, así como el el nivel del mismo.  Analizándolo bien, no siempre la palabra "cuidado" equivale a riesgo alguno. Cuidado que te manchas, cuidado que te mojas, cuidado que se cae ( algún objeto que no se va a romper o su comida), serían algunos ejemplos.
¿ No seria mejor  acompañarlos en el proceso de superacións personal animándoles a avanzar en el logro de sus metas?
¿ No sería esa la mejor forma de cimentar una buena autoestima y valoración personal?
Pero a veces, estamos cansados/as sentados/as en el parque charlando o haciendo algo en casa mientras ellos/as juegan, en ese contexto un "cuidado" en la distancia facilita las cosas.
¿Qué papel juega la libertad en este proceso de exploración personal si a cada instante hay una llamada de atención por parte del adulto? Esto sin contar los "no" que decimos al día.
¿ Acaso no es el error de la experimentación una buena oportunidad de asimilar un aprendizaje por uno mismo?

miércoles, 11 de junio de 2014

Plan C, los cólicos.

El bebé no para de llorar, ya hemos comprobado que no tiene hambre, que tiene el pañal limpio y lo hemos intentado dormir y no hay forma de que se calme. A este bebé le pasa algo. Desesperados/as vas al manual de instrucciones sobre los bebés, vease libro sobre el embarazo y entonces nos encontramos con la opción C, son los gases. Esos maravillosos gases que explican todos y cada uno de los llantos inquietos del bebé, sobretodo durante la noche. Y entonces empezamos a darle a nuestros hijos/as infusiones, pastillas, masajes abdominales,... y a veces funciona, a veces sólo unos días, a veces ni eso. Entonces aparece la palabra cólico del lactante y entonces nos armamos de paciencia esperando el día en que todo vuelva a la normalidad.
Y esa es la cuestión, que nunca más nada va a ser igual, que los despertares nocturnos son su forma de decir: mamá ¿Dónde estás?, mamá ,te necesito. Son su forma de gritar al mundo que un bebé no sólo necesita cuidados sino sobretodo cariño, mimos y brazos, que quiere a su mamá a su lado, por muy bonita que sea la cuna versus carro o hamaca.
Porque ellos saben lo que quieren y cómo calmarse. Otra historia es que estemos dispuestos a portearlos o auparlos todo el tiempo que ellos quieren, que nos desprendamos de las tareas domésticas prescindibles para dedicarles todo el tiempo posible, que le hablemos y expliquemos lo que está pasando en cada momento para que no se sientan perdidos, que nos detengamos a leer su rostro para aprender su lenguaje, que cambiemos el dormir plácidamente por el dormir acurrucados.
Aunque para conseguir esto, la madres necesitamos sostén, contención, ayuda en el hogar y muchos mimos, pero cuando este apoyo no existe es comprensible caer en la tentación de la hamaca-columpio que canta y deja al niño en estado de nirvana.
 

lunes, 9 de junio de 2014

Lo que nunca me contaron sobre la maternidad

Nueve meses ilusionada, nueve meses esperando verle la carita y tenerlo en mis brazos, nueve meses  fantaseando  con la experiencia de la maternidad.
Nueve meses en los que cuidas tu alimentación al máximo, embadurnas   de crema  tu barriga, haces yoga para mejorar los dolores de espalda, las piernas hinchadas y prepararte "fisicamente" para el parto.
Nueve meses en los que preparas el nido, compras ropita, decoras su habitación, limpias a fondo la casa para que esté todo perfecto.
Nueve meses en los que anhelas el dia de cada ecografia para quedarte tranquila de que  todo marcha bien y de paso ver su rostro en 3D.
Y llegó dia en el que lo/a tienes en tus brazos y tras mirarlo/a y sentirlo/a algo en tí cambia. Un mar de emociones empieza a apoderarse de tu ser, al igual que el cansancio. Alegre, feliz, pletórica, orgullosa, poderosa al mismo tiempo que tremendamente sensible, instintiva, perdida y llorosa. Y la explicación oficial son "las hormonas" culpable de cualquier oleada emocional de la mujer, porque sentir porque sí no nos está permitido.
Y te preguntas, ¿ Porqué nadie me habló de esto? ¿Porqué nunca lo leí en un libro de embarazo? ¿Acaso soy yo la única que vive en este paraiso de intensidad emocional? ¿Acaso me estoy volviendo loca?
Y como si de una campana interior se trarara, la voz de tu instinto empieza a hablar y es entonces cuando empiezas a ver la vida con otros ojos, a replantearte lo inculcado, a sentir y a hacer desde el corazón y no desde la tradicción, lo patriarcal o cultural.
Pero al mismo tiempo las voces externas aparecen en forma de consejo o crítica para que no te apartes del camino estipulado.
Y te sientes navegando a contracorriente.
Y descubres que la maternidad es tan intensa como agotadora, tan reconfortante como enloquecedora, tan íntima como necesitada de apoyo.
Y surge en tí, una necesidad de comprender qué te está pasando y cómo puedo entender a mi bebé; porque nada de eso te lo habían contado.

sábado, 7 de junio de 2014

Cuando llueven las críticas y escasean los ¿Cómo te encuentras?

Igual que las noches sin dormir, los días en pijama y la comida fría, exactamente igual llueven las opiniones y consejos de allegados y desconocidos sobre la crianza y educación de ese pequeño/a tesoro que tienes en tus brazos.

Y tú cansada como si en una maratón hubieses participado, perdida como nunca antes estuviste, empapada de emociones y hasta dolorida, tienes que lidiar con las críticas, opiniones y consejos, que ni has pedido ni has buscado, y que a veces tan frágiles como en esos momentos estamos, duelen en el alma.

Pero, ¿Qué duele en realidad? ¿La diferencia de opinión, de crianza o crítica; o se trata más bien de la falta de respeto a la intimidad y libertad de crianza?






viernes, 6 de junio de 2014

Yo lo crio, él me guía


Antes de ser madre puede decirse que vivía en los mundos de yupi y es que con un instinto maternal fuerte, el amor por l@s niñ@s y la experiencia como profesional de la educación con jóvenes y niños, pensaba que con un poco de conductismo y cariño todo fluiría. Y fué tenerlo en mis brazos, sentirlo cada día, acompañar cada llanto (y los que me quedan), amamantarlo y un largo ecétera, que toda madre sabe de sobra, para empezar a escuchar esa voz interior, ese instinto, ese lado animal que aún palpitaba ...para empezar a abrir los ojos, a entender el mundo desde otra óptica, a desaprender lo impuesto y empezar a replantearme todo de nuevo.